Colección: Stefanie Aren

Desde niña siempre me gusto la pintura, hacia grandes obras para los refrigeradores de mi abuela y madre. Con el tiempo fui creciendo y otras motivaciones llegaron a mi vida, sin saber que unos años más tarde sería mi pasión entera. No estudie arte, pero si tuve clases de niña y siempre me gustaba experimentar en una hoja de papel.

Un parte-aguas en mi vida fue lo que hizo retomara el pincel, el llamado de esa libertad de expresión fue lo que me hizo regresar a ella. Pasaba por un momento difícil en mi vida y la pintura me ayudo a conectar con mis emociones, dejarlas salir, escucharlas y así aceptarlas y dejarlas ir en un lienzo o papel. Ver mis emociones plasmadas en color me hace sentir viva, me hace recordar que las emociones vienen y se van. Que no somos ellas, que simplemente ellas son eso, emociones que vienen a decirlos algo, y solo debemos aceptarlas. Permitirles estar en nuestro cuerpo para que después puedan atravesarnos y salir. Entre más resistimos, más tardan en irse, y la pintura para mí, fue esa aceptación hacia ellas.

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